Un paseo en plena mañana [Charles B]

Oh santos los cielos, aquella mañana las calles de París no olian mas que a rosas. Había rosas de todos los colores en las ventanas de los edificios, vivas, llameantes y llamativas.
Por los cielos parecía como si el mundo se hubiese puesto de acuerdo para hacerle pasar un esplendido día en Paris. De echo mejor dicho su ultimo día en París ya que pronto partirá de viaje a Inglaterra a visitar las cortes y relajarse en la vivienda familiar que ahí poseían antes de volver a ir a Saluzzo y aceptar un hombre por marido para toda la vida.

Para toda la vida... esa palabra implicaba muchos años de, casi de esclavitud pero así debía de ser para cada mujer, lo había sido para su abuela hasta la muerte de su abuelo materno y lo había sido para su madre. Matrimonios concertados sin amor, aun que había tenido la suerte de respirar en su hogar toda una tranquilidad y tener un padre tan devoto a su familia hasta el punto de no ir con otras mujerzuelas.
Echo que no podía afirmar en cuanto a su hermano hablando, ya debía de tener mas de tres hijos perdidos por ahí y ella, ella aun seguía siendo la virgen que todos se esperaban que fuese y con una libertad en el cuerpo que ninguna otra podría llegar a tener.

-Que hermoso día mi lady -susurro su doncella que estaba unos pasos hacia atrás. La pobre tenia que seguirla por todos lados pero aquel día no la necesitaba, parándose en seco saco unas cuantas monedas de su pequeño bolsillo del vestido y se las entrego a Anne.

-Toma Anne, coge estas monedas y vete a dar una vuelta, yo estaré bien, además es de mañana y ya sabes que nada puede pasarme, mejor andar de día sola que de noche por ahí como otras veces ¿no opinas lo mismo?

Anne quiso volver a hablar pero Georgiana le hizo un gesto de silencio y le señalo las calles que iban a llevarla hasta el mercado. Sin decir nada mas asintió hizo una reverencia y se marcho dejando a su señora sola caminando tal y como lo había pedido.
Ahora solo estaba ella y sus ridículos pensamientos, solo esperaba que su tremenda torpeza no hiciese acto de presencia justo en esos momentos.

*Paris la cuna del amor,como todos los enamorados opinaban en aquel empalagoso lugar se encontraba por aquella ciudad por orden directa del rey debido a que en aquellos dias se negociaban unos pactos con el rey de Francia.Estratregias que no lograba de entender,ya que desde siempre,Francia e Inglaterra se llevaron mal.Pero yo no podia opinar tan solo era un Duque,y tan solo debia de hacer lo que me mandaban.Antes de entrar en el palacio del rey me di un paso por la principal calle de Paris,observando como en cada esquina habia una concubina para ofrecerte tus servicios.

Una joven que se encontraba en mitad de la calle me intereso enormemente,pues su vestidos no eran muy comunes por aquella zona llena de miseria y hambre.Seguro que aquella joven venia de algun país extranjero.
Paris era tambien el centro de todos los conocimientos y lenguas que pasaban por alli.Debido a que al lado tenian a España,país que por aquellos dias era la mejor potencia aunque Inglaterra nunca se despegaria del todo de ella.Y tambien podrias dirigirte a Italia,otra cuna del amor.A juzgar por el rostro de la joven tenia unos rasgos tipicos de Italia.
Suavemente me fui acercando hasta ella*

-Buenos dias Bella Ragazza

*Mi italiano era perfecto,eso de estudiar en palacio tenian sus ventajas,sobre todo porque dominaba el frances,el italiano y el español.El aleman se me resistia y el portugues aun no habia dado clases debido a que las deje justo cuando mi padre murio.
Sus ojos y su boca enseguida iluminaron mi sonrisa*

Giorgiana dirigió su mirada hacia unas rosas en particular que había en las ventanas ventanas superiores de un edificio bien esculpido. Casi juro que podía olerlas des de ahí. Eran rojas como las sangre y las rosas rojas para ella siempre tenían algún toque que las diferenciaba de las demás, al igual que las blancas. Pureza y celos, eso es lo que significaban los dos colores, pero a ella eso le parecía lo mismo, nunca había sentido celos y la pureza no era ningún merito, era un deber que debía cumplirse.

Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que casi se asusto ante la profunda voz del hombre que se iba acercando hacia ella. Italiano, aquel hombre había dicho alguna que otra palabra en italiano. ¿Pero como sabia el que ella era Italiana? ¿Era el italiano o Frances?
Se estaba poniendo miles de preguntas mientras pasaba sus ojos por sus masculinos rasgos mientras alzaba con suavidad una ceja y luego volví a la normalidad.

-No se si yo seré tan bella como usted dice, pero buenos días mi lord -por sus ropas podría darse cuenta que no era un vulgar hombre. De echo sus tejidos eran muy finos, de la mejor mercancía Inglesa. Lo sabia por que amenudo su hermano solía encargar trajes directamente de Inglaterra, eran mucho mas económicos y además con una tela mucho mejor, aun que la calidad Italiana nunca se quedaba atrás, eso era inadmisible.

- ¿Así que es usted italiano? -pregunto por si acaso enfocando sus pensamientos en el y en su presencia, no iba a dejarse intimidar por un hombre, nunca lo hacia aun que cuando dio un paso para caminar se tropezó con una piedra y casi estuvo a punto de perder el equilibrio delante de el.

-Lo siento... -susurro avergonzada, eso solía pasar amenudo y mas con el tipo raro de zapatos que había en Paris pero un tropiezo le podía pasar a cualquiera, solo tenia... tenia que tener cuidado, sus despistes le podían costar unos cuantos arañazos y como mucho algo roto.

-¿Así que un duque de Inglaterra en misión de paz? Pues puede que nos veamos por Inglaterra, hoy mismo por la noche parto hacia allí para pasar algunos meses antes de volver y elegir marido. Yo soy una de las pocas duquesas de Saluzzo, no se si le sonara el nombre de mi padre ya que ha tenido como contacto con los ingleses pero lo mas seguro es que el nombre de mi hermano si este en voces de muchas... mujerzuelas vestidas de seda.
Con ese ultimo comentario dijo por así decirlo claramente lo que pensaba sobre las supuestas "damas" que viajaban de cama en cama y de hombre en hombre sin respetarse a ellas mismas, ni sus cuerpos ni su virginidad.

Cuando el hizo el comentario sobre los zapatos no pudo hacer mas que reír y luego levanto la mirada hasta verlo directamente a los ojos sin ningún reparo. Descarada como solía ser muchas veces.
-¿Le he dicho duque que soy patosa de por si? Que tengo dos pies izquierdos des de que nací y que de pequeña tenia que tener unas tres doncellas a mi lado para no caerme al suelo y romperme algo mas que la nariz.?

Pregunto divertida mientras se mordía el labio suavemente para no volver a reír, por dios solo de recordarlo le salia la riza aun que cuando cogió su mano y la beso se calme analizando con mucho cuidado sus palabras.
-Creo que ir a palacio estaría bien además los zapatos franceses me están matando los pies pero... me parece un poco inadecuado. Aun que puedo tener la palabra de un duque de que no pasara nada que yo no quiera, no?

Iba a decir algo mas pero recordó que no le había dicho ni su nombre.
-Le he dicho que soy duquesa, de Saluzzo incluso pero se me paso completamente decirle mi nombre. Me llamo Georgiana Di Saluzzo Su Gracia.

-Así que Duque de Suffolk, no? -preguntó reconociendo su titulo y su nombre enseguida- Según mi hermano es un buen luchador, por lo que se desearía tener una lucha contra usted y por lo que se por mi padre es un joven mujeriego sin remedio. Claro que el ignora toda la abundante herencia que tiene por parte de su hijo varón.
El pobre parecía no querer enterarse de todas las mujeres que su hermano había dejado embarazadas pero algo le decía que lo sabia de sobra y que cuidaba de cada una de ellas y de sus bastardos.

-Mi padre esta bastante bien Su Gracia, como todos los hombres de su edad algo viejo y con dolores pero supongo que es normal, casi va siendo hora de que su hijo le suceda.
Le dije mientras esta vez le mostraba una de mis grandes sonrisas que eran poco frecuentes en publico, pero el, el era el típico hombre con el que muchas veces se podía hablar de temas que con una dama no se podía hacer por si se escandalizaba.

-Tal vez yo alguna vez pueda retarle a una especie de duelo si es tan bueno como dice mi hermano. Se que puedo decir que tengo dos pies izquierdos pero lo que me falta de coordinación y habilidad en ellos lo tengo en las manos así que estoy segura que podre con usted.

Su padre le había enseñado a ella también algunos artes de la lucha aun que eso no estaba muy bien visto a los ojos de los demás personas importantes pero el quería que ella supiese defenderse por si acaso tenia que dejarla ir y lo pasaba mal
La quería, a ella y a toda su familia y eso le hacia un hombre, especial. El único hombre que se podría decir que valía la pena, solo esperaba encontrar como marido uno como el, aun que con los tiempos que corría no estaba muy segura de poder hacerlo

-¿Es eso posible?Es decir, es posible que su majestad el rey de Inglaterra pueda separarse de su actual mujer... es que según las leyes de la iglesia católica a mi me parece bastante imposible, aun qué... que sabe yo de vuestra iglesia, yo soy ortodoxa y por lo tanto no nos regimos tanto por las leyes del papa. Para nosotros el no representa una autoridad.
Era bastante poco frecuente encontrar familias que no fueran católicas pero la familia de su padre había renegado del catolicismo y se había cambiado al cristiano ortodoxo hacia mucho tiempo, muchas generaciones antes de su nacimiento.

-Se las mandare Su Gracia y siento si le he molestado con mi comentario, pero hoy en día me parece que llamar mujeriego a un hombre no es una ofensa, casi todos lo son, lo reconozcan o no y su usted doce que no ha roto corazones tendré que creerle.
No quería tocar mas esos temas, a ella le parecían bastante delicados para una mañana tan bonita como aquella y empezando a caminar de nuevo le hizo una señal al duque para que la siguiera.

-Y sobretodo gracias por el cumplido, hacia mucho que un hombre no me hacia uno, pero tampoco les dejo ocasión ya que soy muy escurridiza y se evitar las conversaciones y los piropos de las personas cuando no los deseo.
Era verdad, persona mas escurridiza que ella en el mundo no estaba segura si había, solo se dejaba llevar cuando quería, pero casi nunca con los hombres, ninguno llamaba su especial interés.

Interés... oh suspirando siguió caminando por aquellas calles llenas del olor de las rosas y cuando el duque se ofreció a protegerla en la corte sonrío rodando los ojos.
-Se luchar por mi honor de mujer Su Gracia, y nunca me dejo pisotear, sea hombre o mujer la que lo intenta pero de todos modos gracias, si tendré algún problema y no podre con ello puede estar seguro que sera a usted a quien primero acuda.

Miró a Charles mientras caminaban juntos hasta llegar a la catedral que ni se paro a mirarla y en un final cuando acabo por sus palabras sonrío.

-Es solo que el Rey de Inglaterra respeta la decisión de nuestra familia y nuestra religión por tanto. El papa ya no toma las decisiones en cuanto a nuestra familia, los divorcios son casi viables para nosotros mientras la otra pareja no sea de otra religión, en casi de que sea cristiano católico pues lo tenemos algo crudo -dijo sonriendo mientras levantaba la vista hacia el cielo para contemplarlo y luego cuando volvió a bajar la mirada la fijo en los ojos de Charles y sonrió tal y como lo había echo mucho en aquel día.

-Yo estoy tal sola como Su Gracia aquí duque Charles pero creame mejor estar sola que volver a Saluzzo, creo que me da terror encontrarme con todos aquellos hombres que solo vienen a comprarme como si fuera una especie de... ganado. Es impresionante como intentan comprarme a mi padre con varios tipos de dotes o distintas cosas, por eso le pedí el viaje y por eso me lo concedió, supuestamente es un viaje para relajarme pero se que el tiene otro tipo de esperanzas de esta búsqueda de aventura...