Arreglando la habitación para un invitado (+18) (Charles)

La ama de llaves me mandó llamar,y en cuanto estuve en frente de ella, me mandó limpiar y casi encerar las piedras de la pared de la habitación de invitados. Sin más preámbulos, fui directamente a la habitación.

Cuando llegué a susodicha alcoba, miré que realmente ni una mínima mota de polvo había. Según el ama, milord vendría sobre la hora de la cena, y todavía era el almuerzo.
Comencé por retirar las cosas de los muebles para limpiar por encima. Cuando hube acabado, comencé por las ventanas, y después comencé a desfundar las camas. Tiré las sabanas sucias a la puerta y coloqué los protectores de almohada. Mullida... una mullida y perfecta almohada.. una cama blandita.. una cama por Dios!
No pude evitar si no ponerme de rodillas y lentamente me acosté mi cabeza reposó sobre el cojín y encogí las piernas. Puse mi mano al lado de la cabeza y miré el alto techo del dosel.

El tiempo había transcurrido, y no me di cuenta que pasó hasta que unos chillidos me habían despertando de mi ensimismamiento. Abrí los ojos sin entender.. no paraba de gritarme,y el desconcierto había bloqueado mi mente por completo. Abrí los labios para susurrar con extrema delicadeza un perdón, pero la sorpresa volvió a aflorar cuando el apuesto invitado hizo que mi mano posase sobre la suya, ayudándome a levantarme. Volví a abrir la boca para cerrarla de nuevo con tal desconcierto que ni respiración se escuchaba salir por mis labios.
Como mi total carácter, una sonrisa, aun así tímida se escapó para dibujarse sobre mi rostro. Mis carnosos labios blandían un simpático sonriso, y unas finas arruguitas se posaban a ambos lados de mis expresivos ojos.
-Discúlpeme milord- una breve reverencia mientras mis suaves labios se posaban en su mano. Tomé por echo que por eso me había cogido la mano, así pues tras el beso, me separé de el para ponerme enfrente de la cama y estirarla dando unos suaves golpes sobre la almohada- no era mi intención desmontar su alcoba, -miré el suelo, siempre con aquella sonrisa con una pizca de picardia. -Le cambio ahora mismo la muda... si me disculpa...- lo miré una vez más, y noté mi corazón palpitar con fuerza, la primera, por poco lo hace salir por mi pecho, la segunda, todavía más, tanto que una mano se deslizo por mi vientre inadvertida, y se depositó a mi lado izquierdo. Cerré en puño y volví a hacer la relajada reverencia. Me di la vuelta y mordí el labio mientras cerraba los ojos un segundo e intentaba volver a respirar de nuevo y con tranquilidad. Miré el pomo de la puerta y comencé a caminar hacia ella.

Me quedé quita y alcé la vista a sus ojos sonrientes. Estaba tan seguro de si mismo, que su voz tranquila se metía por mis oídos y ya se quedaban dentro de mi cabecita para repetirlo todo como un eco. Mi respiración se guito, y mi pecho e elevaba con rapidez. Tragué saliva, y volví separar mis labios para respirar. Notaba las mejillas ardientes, y un ligero deseo empezó a aturdirme la mente.
-Señor.. vos... - miré al suelo para evitar la tentación indecente de lanzarme a sus brazos y comer esos carnosos y ardientes labios, de saborear cada parte de su piel. El era distinguido, y si quería que pasara algo, tendría que empezar él aun que me costara aguantarlo. -Lo decís de verdad?- dudar de un Duque no era precisamente favorable para mi, pero quería..., no, no quería, necesitaba estar segura. Tragué de nuevo saliva y di un pequeño paso hacia el con una sonrisa y unos ojos abiertos de curiosidad y simpatice.

Mordí el labio para evitar partirme de risa, aun que una suave se me escapó.
-Tiene razón, nunca fui ambiciosa.. - cerré los ojos y di otro paso para notar todo su cuerpo pegado al mio. Lentamente mi nariz recorrió su cara, su mandíbula y su cuello. Mis labios depositaron un beso tranquilo justo debajo de su mandíbula, bajo la oreja. Bajé un poquitín más, con una cinta invisible de besos pegajosos, pero sin huella. Mis manos se deslizaron por su perfecto dorso, abriendo a mi paso la camisa cuando pasó por su pecho. Mi boca volvió a parar por su oreja, y con una respiración sensual y intranquila susurré
-Creo que el placer no conoce nacionalidades mi señor... - lo miré todavía en su oreja de forma totalmente pícara con una sonrisa de medio lado pegada a su oreja. Lentamente abrí los labios y mi legua salió un poco de su cueva para rozarle con suavidad por el lóbulo, para luego morderlo y envolverlo en mi cálida boca. Tiré un poco y sin dejar de mirarlo, con los ojos entrecerrados. Sus manos apretaban mi trasero y mis ganas ardían sin control. -Solamente entiende de recepciones- sonreí ampliamente y mi mano, sujerentemente sobre su entre pierna dio una suave caricia. -no creéis?-murmuré quita de nuevo, respirando en su oído.

Pasé la lengua por mis propios labios, humedeciéndolos para no hacerme daño mientras los mordisqueaba. Arrugué el punte de mi nariz abriendo la boca para soltar aire y volver a retenerlo. Cerré los ojos y alcé el mentón intentando no derretirme. Abrí los ojos y miré al techo con la mirada perdida. Volvía cerrarlos lentamente mientras mi respiración se terciaba más agitada que antes. Abrí más mis labios y bajé la cabeza para posar mis labios en su coronilla. Su pelo olía especialmente bien y sin casi enterarme me descubrí a mi misma llenando mis pulmones de el. Tragué saliva y miré como desprendía mis prendas en un abrir y cerrar de ojos. En un abrir y cerrar de ojos, mis pechos estaban sueltos, redondos y bellos, con la piel suave y palidecida. Volví a tragar la saliva que llenaba mi boca con dulzura, que amargaba lentamente si no era sacada de ella, si no se juntaba con otra, si no pasaba nada en ella.
Mis manos fueron a parar a su cara, que suavemente se acarició para levantarla y y tapar su boca con la mia. Comencé a besarle lentamente para acabar con el deseo que ya no podía aguantar mucho en mi cuerpo.

Su mano no dejaba de moverse, y a cada caricia se volvía un suplicio más y más duro. Mis piernas temblaban y las rodillas querían desvanecerse.
Paré un segundo sin separarme tan siquiera un poco de su boca, abriéndola solo para respirar de él
-Milord... Mi nombre es Jennie- murmuré escapándose me de mis labios un suave suspiro. Mis ojos cerrados y mi nariz rozando con lentitud la suya, perfilando cada parte de esta. Mis manos hacían lentos círculos en su pecho y volviéndose sobre ellos para quitarle la camisa por rozando sus hombros, sus brazos hasta desprenderla. Mi lengua recorrió su labio inferior para volver a ponerlo entre mis dientes y tirar con tanta tranquilidad que un beso tuviera que dar por tanta espera.

*Decidi separarme de ella,no queria seguir el juego,no queria volver a caer en la tentacion.
Me levante lentamente sin mediar palabra,ella era una sirvienta y como tal debia de seguir haciendolo en el castillo.Esperaba de verdad que no hubiera sido una sirvienta del rey porque sino ahora mismo estaria disfrutando de un viaje para la mismisima torre de Londres.
Me vesti del todo y abri la puerta afuera estaban mis criados que entraron al verme.
Lentamente ellos comenzaron a vestirme y decidi lavarme la cara pues la tenia ardiendo.

*Despues tan solo sali de la habitacion para ir a ver al rey,tenia prisa por escuchar lo que el me ordenase*