¿Y esto es una tabena? [Kathleen Notvv]

El bullicio de la tarde, se contrastaba con el frenesí en las tabernas en la noche. Nunca imaginó que en Inglaterra tuvieran también tabernas como las de Escocia. ¡Incluso algunas eran de escoceses! Sin más dilación, en una noche en la que no tenía nada mejor que hacer, salí tranquilamente hacia una de estas tabernas. Estaba en una zona segura, libre de campesinos, aunque tampoco es que me importaran. En cuanto entré, el olor a cebada y a cerveza inundó mi nariz y no pude evitar reprimir una sonrisa, para después avanzar hasta la barra, donde tomé un taburete y me senté con toda la tranquilidad del mundo, para después girarme y observar a la gente, que charlaba animadamente. Discutían de diversos temas, políticos, económicos, era algo que sin duda ni me iba ni me venía, ¿pero qué le iba a hacer? Así era la vida en Inglaterra parecía ser:

-Señor, una buena pinta. ¡Y más vale que sea buena! - dije seriamente con una ligera sonrisa en mis labios. -Los escoceses somos muy delicados con esto de la cerveza, así que más vale que sea buena - clarifiqué.

El barman, me miró con cara de pocos amigos, y al poco rato, volvió con una muy generosa pinta. Sonreí ligeramente y asentí, agradecido para después, tomar un buen trago, para después dejar la jarra sobre la mesa, con un seco golpe. Si, bueno, no era de Escocia, pero era bebible. Me giré con total tranquilidad, observando a la gente. Sin duda, había falta de una buena gresca en aquel lugar. Reí un segundo para mi mismo mientras volvía a dar otro trago a su cerveza:

-Bueno, al menos bebo algo. Aunque, a mi ver, prefiero la de Escocia - comenté tranquilamente a un tipo que tenía a mi lado, que si no iba borracho, estaba a punto de caerse al suelo de la borrachera que llevaba encima. ¡Y eso que iba bien vestido!.

Aquella noche Lady Marie le había dado algo de libertad a Kathleen después de una atareada tarde comprando en el mercado tanta cantidad de cosas que más de un lacayo tuvo que ayudarlas a llevarlo todo al castillo eso sin mencionar que Marie no sujetó ni una bolsa ya que bastante tenía con soportar su peso pues era una mujer con bastante… sí, bastante carne así que para ella eso era suficiente aunque con esto no quiere decir que fuese desagradable, para nada sólo algo soberbia pero poco más para la época. Kathleen contenta con la decisión no tardó demasiado en cambiarse de vestido buscando algo más apropiado para salir, menos ostentoso tomando así uno sencillamente de tela azulada el cual no llevaba corsé pues había decidido ser bastante discreta para no llamar así la atención, posteriormente se recogió levemente el cabello en una semi-coleta y se colocó unas cómodas zapatillas.

Los pasos salieron prestos del castillo de Enrique VIII observando de soslayo las paredes con cierta desgana, a veces echaba de menos su hogar y sobretodo a su familia pero más le valía no pensar en aquello ya que un cúmulo de sensaciones podrían abordar su cuerpo haciendo que se derrumbase y eso es lo que menos quería así que prosiguió caminando para poco adentrarse en las calles de la capital saludando a algunos conocidos y a algún que otro amigos, estos últimos en mayor cantidad ya que debido al fuerte carácter de la mujer era difícil simpatizar del todo con ella. Tras algunos minutos más llegó a una de las tabernas que más conocía entrando suavemente para observar toda aquella cantidad de hombres con comportamientos más que bárbaros, bufó levemente rodando la mirada buscando algún conocido y ahí encontró a John hablando como siempre de Escocia y su cerveza; le hacía gracia la verdad pero era obvio que se lo tomase tan “así”.

-¡Jhon!-Gritó la mujer de fondo colocándose de puntillas para alzar una mano y moverla ligeramente a modo de saludo si bien pensando cómo pasar entre todo bullicio aunque seguramente con una espada se los quitaba a todos del miedo lástima que no tuviese y que tuviese que fingir tener unos modales prácticamente correctos así que como buenamente pudo se infiltró entre todo aquel gentício teniendo que pararse más de una vez para pegar una torta al descarado que había intentando manosearla. Gruñió por lo bajo haciéndole un gesto a un hombre que se iba a acercar, tal fue el gesto y la mirada que no dudó en apartarse.

Una vez salió de todo aquello se acercó a su amigo pero tuvo que pararse en seco ya que con el hombre que él había estado hablando se desplomó delante de sus pies, Kathleen se llevó una mano al rostro y usándolo de apoyo – concretamente su barriga- se subió al taburete que anteriormente ocupaba recolocándose debidamente el vestido…- Hombres…-Mirando al comatoso borracho para luego sonreír a Jhon y hacerle un gesto al barman para pedirle lo mismo, una pinta.

Mi mirada observó por encima a toda la gente allí presente, cada persona concentrada en sus asuntos, para finalmente, o bien caer borrachos, o largarse de allí con una enorme cogorza de tres pares de narices. Negué en silencio, maldiciendo algunas cosas de aquellas tabernas. ¡No era Escocia! ¡Seguro que si se llevaba a algún amigo...! ¡O incluso a una buena mujer a Escocia, ya vería ella lo que era una buena cerveza, y no esta cosa aguada! Suspiré finalmente, y giré mi cabeza hacia la puerta, hasta que una voz femenina me llamó por mi nombre. A simple oidas, no logré reconocerla, porque simplemente, el bullicio entorpecía mi capacidad auditiva, y particularmente, me acojoné durante unos minutos, todo hay que decirlo. Pensaba que era alguna de esas mujeres que... bueno, una noche sí, y después no me acuerdo de ti, pero finalmente, cuando salió del barullo de gente, pude observar de quien se trataba.

Si bueno, era un caso de algun desliz con ella, en alguna fiesta en el poco tiempo que estaba allí, pero era mejor que una campesina con salmón en mano que venía a partirme la cara con aquel salmón. Odiaba los salmones.

-Vaya, ¿qué tal pre...? - no pude acabar aquella frase, pues, precisamente con el borracho que estaba hablando minutos antes, se había desplomado en el suelo, con una cogorza de un par de narices. Finalmente, mis observaciones acertaron, aquel tipo había bebido más de la cuenta. -¿...ciosa? - concluí finalmente cuando este tipo, ya estaba en el suelo. Levanté mi mirada, que estaba fija durante unos segundos en aquel tipo, y observé a la mujer, con una ligera sonrisa.

-¿Hombres? Por supuesto que no, señorita, simplemente... es... un general... muy... ¡cargado de trabajo! - dije la primera ocurrencia que se me ocurrió. -O que simplemente se refugia en la cerveza porque su mujer no le da todo lo que necesita, ya sabes, hay muchas causas - añadí ese comentario con ironía. -Pero bueno, ¿qué te trae por aqui? ¡Eh, caballaero, ponga la pinta de la señorita a mi cargo! - grité. Sin duda, daba gusto no usar tantos modales en aquellas situaciones.

No, Kathleen no aparecería con un salmón y si era cierto que a parte de algún desliz en las cocinas o los estrechos pasillos a escondidas del resto había habido pero por encima de aquello gozaba de una buena amistad con el hombre escocés y si todo aquello se juntaban pues, ¿Qué mejor? Además había conseguido descubrir aspectos muy satisfactorios de aquel escocés, se preguntaba si todos los de su misma índole serían iguales más le valía no pensarlo o acabaría perdida en su pequeña mente que manipulaba demasiadas cosas para su gusto. Las manos de la mujer se dedicaron a colocarse bien el cabello dejando caer las largas ondulaciones castañas por sus hombros tapando incluso su pecho parcialmente debido a la longitud y suavidad de estos.

-Bien.-Rió suavemente al ver la cara que se le quedó a Jhon frente a la situación pero a ella no le molestaba quizás sí un poco el pudor que se respiraba por sus poros pero no la situación, estaba un tanto acostumbrada.- ¿Y tú? ¿Todo bien? Tuve suerte de encontrarte.- Bromeó ella puesto que Kathleen era, aparentemente, el prototipo de persona que podía ser asalta, violada, manoseada…aquel fino y delicado rostro daba a entender aquello en su totalidad, como si al tocarla se fuese a romper.

-También podemos llamarlos bastardos, me da igual como lo considereis.- Las palabras de la mujer eran osadas pero no podía evitar reprimir su carácter aunque en público lo intentaba ya que a la mujer que servía le debía mucho, concretamente más a la madre de esta pero de igual manera estaba agradecida eso sin mencionar las clases de modales, lectura… en fin era un cúmulo de cosas que se guardaban en su memoria.- O porque tiene más cortesanas de las que debería y su mujer no tiene por que saberlo mientras cría a cinco o seis bastardos.-Sonrió con ironía llevando la mano a la cintura del vestido del cual colgaba un abanico – costumbre adoptaba de las damas de palacio-, el cual desplegó y se abanicó pues allí dentro hacía calor el cúmulo de personas.- Ogh, por dios no chilleis que me dejareis sorda.- Gruñió riendo levemente, de broma.

La pinta llegó algo que la mujer le agradeció al tabernero con una amable sonrisa, el recipiente de madera estaba sucio y pegajoso pero ¿Qué se podía esperar de aquel sitio? A ella realmente le daba igual, no era una picajosa con los modales así que alzó la pinta esperando que también lo hiciera el hombre y dijo.- ¡Por nosotros!- Y una vez dicho dio un trago. Aquello era un peligro ya que Kathleen no estaba acostumbrada a beber, si a realizar brujería y a usar según que armas pero el alcohol y ella, no…no.

No pude evitar dedicar una mirada de, posible compadeciencia hacia aquel hombre, de buenos ropajes y sin duda de clase alta, que ahora, yacía a mis pies, preso del grandioso elixir llamado "Cerveza" o "Pinta", o "cosa que recibe diversos nombres". Negué en silencio, y levanté mi mirada con total tranquilidad mirando a Kathleen, la cual comenzaba a hablarme.

-Bien - repitió al igual que ella. -Un borracho menos, quedan muchos - sonreí ligeramente para después, comenzar a escuchar el montón de palabras que comenzó a recitar Kathleen. Conociéndola, no era raro que soltara aquellos improverbios fuera de la Corte, y eso era algo que agradecía, al menos yo, particularmente. Así, no haría falta de estar hablando bien toda su santa estancia. Comenzó a hablar y a mencionar que aquel hombre, era un bastardillo, y no pude evitar reir, tomando nuevamente mi pinta y dándole un buen trago.

-Si, bueno, diversas consideraciones podemos tener, entre ellas la de hijo de una fulana, pero bueno. Dejemosle ahi, tal vez el calor de aqui dentro, sumado al frio de ahi fuera, mezclado con unas pintas de más, le hayan dejado en ese estado. ¡Pero que más dá! Volverá a estar como un bebé en cuestión de un par de horas, si es que no lo encierran aqui cuando cierren el local - comenté, con ciertos dejes de ironía, para después, seguir escuchándola. -Si bueno, ¿quien si no tiene más de cinco cortesanas? - pregunté, a modo de respuesta retórica, con cierto sarcasmo, porque en verdad, a pesar de ser yo, un pedante, un truhán y un mujeriego, no tenía cinco cortesanas detrás mía todo el día. ¡Y mucho menos cinco hijos!

Enarqué una ceja, tras pedir la bebida y escuchar el comentario de Kathleen, y la observé, enarcando una ceja pícaro:

-En serio, mantendré mi oferta de llevarte un día a Escocia. Para pedir una pinta, por lo general pegamos estos berridos - afirmó, haciendo mención a la cultura general inglesa sobre los escoceses. No era así para nada, pero, ¿qué más daba?

Kathleen dio “suavemente” con el pie en el costado del hombre con intención de apartarlo de la silla pero pesaba demasiado eso sin mencionar que su cuerpo estaba completamente flácido al encontrarse completamente borracho; en otro momento le habría limpiado los bolsillos pero no podía hacerlo en presencia de Jhon ya que debía cuidar al menos parcialmente sus modales para respetar el honor de Lady Marie la cual a esas horas debía estar plácidamente durmiendo sin importarle donde estuviese su sirviente sólo le bastaba con que mañana alas nueve de la mañana estuviese todo listo para ella.

-Son como conejos, se reproducen rapidamente y donde había uno aparecen diez.-Siseó ligeramente haciendo una mueca de repugnancia; ciertamente con él podía liberarse un poco ya que había visto que no era un hombre tan recio como parecía en la corte y eso la agradaba además conseguía animarla y que su risa se contagiase como en aquel momento en el cual algunas leves carcajadas brotaron de sus labios por inércia. Kathleen lo escuchó ala vez que volvía a acercar el vaso a sus labios dando un largo trago, notando como la cerveza descendía por su garganta resfrescándola.

-Hijo de una fulana, já.-Arqueó una ceja negando ligeramente mientras se cruzaba de piernas algo no demasiado bien visto en la corte ya que podía considerarse provocar pero en aquella taberna todas esas maneras y buenas costumbres desaparecían en un suspiro.- La verdad es que no creo que se de cuenta de mucho…-Rió meciéndose los labios notando aún el sabor en las comisuras de los labios arreglándose el cabello, nuevamente y por pura manía que en el fondo detestaba.

Kathleen escuchó su “propuesta” sonriendo con un ápice de picardía.- Tal vez me dejen ir aunque siempre podeis secuestrarme, yo no pondré resistencia al menos no mucha…- Comentó mordiéndose el labio inferior para evitar reir ante aquella locura.- Ogh, pues más de un acabará afónico y otros tantos sordos.- Arrugó la nariz levemente desagradándole.- Es más ya es difícil escucharos aquí.- Dijo observando volar una mesa de un extremo a otro, ya comenzaban las peleas.

-Eso es como ciertos parientes mios, los McCoy, pegas una patada a una piedra y te salen veinte -asentí. James McCoy, primo lejano de mi difunto padre, engendró una maldita camada de Dios sabe cuantos miembros. Ni yo mismo era capaz de contabilizar cuantos fmiliares tenía en aquella familia, clan, ¡cosa! Ni él mismo sabía que formaban, pero desde luego, siq ue formaban una enoooorme familia. Suspiró, y dió un buen trago a su cerveza, para después, dejar la jarra en la barra. Ladee la cabeza pensativo, y levanté el dedo para puntualizar algo: -Falta aqui una buena trifulca, o en todo caso, variedad de bebidas. Pero... - negué en silencio y dí otro trago a mi cerveza.

Enarqué una ceja, ante la risotada que pegó, y giré mi mirada directamente hacia ella, sin evitar fijarme en aquel gesto de cruzar las piernas. Levanté nuevamente mi mirada, escuchando con toda la tranquilidad del mundo las palabras que pronunciaba por sus labios. -Para nada, desde luego - no pude evitar volver a mirar a otros borrachos y negué en silencio. -Y luego dicen que los escoceses somos los borrachos. ¡Para eso tenemos a los irlandeses! - sentencié divertido, para después, dar otro trago a mi cerveza.

No pude evitar, sonreir pícaro y divertido ante su sugerencia. ¿Secuestrarla? Vaya, eos no estaría nada mal. Reí y bajé la mirada un segundo antes de hablar:

-Bueno, siempre podemos decir que tienes familia allí y que están muy enfermitos. Con eso, todo solucionado, Kathleen. - comenté. -Respecto a escucharnos... - fue entonces cuando el ruido que hace una mesa al romperse en varios tablones, impactó mis oidos. Giré mi cabeza interesado. ¡Oh, una disputa! Por lo general, muchos rasgos daban a entender el motivo de la trifulca. Primero, las caras de enfado que tenían, segundo, las monedas esparcidas por el suelo, y tercero, unas joyas. O bien eran ladrones, o bien simplemente estaban negociando. -Ooh, esta es mi parte favorita. En Escocia un galán puede salvar a una bella doncella de una trifulca y ganarse su favor, ¿lo sabías? - comenté irónico pero divertido. No me interesaba aquella pelea, pero si venían hacia mi, les daría como buen escocés.

Kathleen se imaginó a aquella familia salir de un agujero con la misma velocidad que los conejos algo que le provocó una leve risa:- La mayoría de las familias son así mi señor, sin embargo, no es uno de mis deseos aunque muchas damas matarían por casarse con un rey, un duque, un conde, todo sea por conveniencia aunque seguramente antes ya habrían fornicado más de lo esperado.- Llevó el vaso a los labios pero este ya estaba vacía así que pidió otro aunque segundos más tardes vio que el borracho que tenía detrás estaba distraido así pues no dudó en retirarle el vaso de madera para llevarselo a los labios y olerlo, sin duda era ron pero igualmente comenzó a beberselo a sabiendas de que el hombre no se daría ni cuenta. Notó la diferencia de un alcohol a otro provocando que sus ojos levemente se humedecieran con el cambio.

-¿Pero?-Preguntó con un deje de curiosidad fijándose en el detalle de que se había dado cuenta del cruce de piernas aunque dudaba de que aquello hubiese silenciado sus palabras:- Seguid mirándome y acabareis desnudándome con la mirada-Siseó analizándolo un instante buscando si llevaba su espalda encima o no pero vamos para ir aquel lugar más que eso se necesitaba llevar la caballería detrás por si las moscas; la dama negó a la vez que él observando aquel panorama de borrachos que se presentaba frente a ellos terminando por dejar caer el vaso sobre la barra sin mayor estruendo al estar vacío, sus mejillas habían adoptado un color más vivo.

- A veces creo que os intimido…-Confesó al verlo bajar la mirada levemente:- ¡Oh! Pero mirad que sois bribón al final me ofendereis.-Bromeó dándole suavemente con la mano en el hombro sin moverlo del sitio al menos no de forma notoria escuchándole con atención dejando el panorama ajeno en un segundo plano.- No lo sabía pero visto así…¡Salvadme!- Y dicho esto se dejó caer de espaldas como Jhon no fuese rápido se daría un golpe de espaldas que al menos le dolería un par de días o eso o con mucha buena suerte caería sobre el borracho que le serviría como cojín.

El cuerpo de la mujer se deslizó hacia atrás a la vez que el tabernero dejaba la pinta sobre la madera sólo interesándole que le pagasen; el mundo parecía ajeno a todo aquello y atendiendo o participando en la pelea e incluso algunos estaban fuera pendiente de la llegada de la guardia si es que se daba el caso pues estaba claro que estaban haciendo mucho ruido además de llamar la atención y molestar a vecinos ajenos.

Le dí el último trago a mi pinta, dejándola finalmente vacía sobre la mesa, mientras escuchaba la nueva acometida que lanzaba Kathleen contra las familias inglesas. Sonreí ligeramente, mientras jugueteaba con la jarra unos instantes sobre la mesa, para finalmente dar un golpecito sobre la mesa, antes de hablar:

-Si, supongo que es obvio que todas las familias busquen descendencia que asegure la supervivencia de su legado. Es norma general en todas las familias nobles. Matrimonios por conveniencia, y un largo etcétera de cosas que privan de la libertad que caracteriza a veces nuestra forma de ser - comenté, hablando... ¿filosóficamente? Vaya, si que me había pasado con la cerveza. -Teniendo en cuenta la larga lista que tuve en su día de pretendientes, privándome de la libertad de elegir, creedme, sé por lo que se pasa, y teniendo en cuenta que la mitad lo menos eran gallos amorfos... - añadí asintiendo con la cabeza con total sinceridad. En cuanto se percató de mi indiscreta mirada, de la única manera con la que contesté, fue un simple encogimiento de hombros, para después, llamar la atención del barman, para que, al menos por su parte, pasara la cuenta de lo consumido. -¿Quién sabe que pretendo con mi indiscreta mirada, milady? - comenté ciertamente irónico.

-Respecto a lo de intimidarme, bueno, creo que no, simplemente, son gestos. - comenté tranquilamente, para después, pagar lo oportuno, las dos jarras y nada más, pues no habían consumido más. La pelea se endurecía, al menos aquellas personas estaban entretenidas, y yo, simplemente contaba cosas de mi Escocia natal. Fue entonces, cuando, escuché el "¡Salvadme!". Reacción instantánea, y, de no ser porque me había levantado escasos momentos, ahora ella mismo estaría en el suelo. Me incliné rapidamente hacia ella y la cogí con mis fuertes brazos, enarqué una ceja, observando sus mejillas que habían tomado un color bastante vivo.

-Comprendo, veo que gustais de darme vuestro favor, ¿eh? - dije entre pícaro e irónico, más de lo segundo que de lo primero. -Bien, pues con que me concedais como recompensa el hecho de no volver a caeros, y, ya puestos, que me dejeis desnudaros con la mirada, me sentiré completamente honrado de esta noble gesta - concluí finalmente, mientras la levantaba , volviendo a mi postura inicial y a ella bueno, estaba otra vez de pie, pero entre mis brazos. -¿Todo bien pues? - pregunté finalmente.

Kathleen apoyó un codo sobre la barra abriendo la palma de la mano para depositar sobre esta la cabeza mientras observaba sus labios moverse con soltura sonriéndole con suavidad a medida que le escuchaba recordando y analizando los vocablos:-¿Nuestra? Oh vamos, vos acabareis casado con una dama de alta cuna y yo acabaré soltera toda mi vida, vos tendréis muchos críos y yo como mucho algún perro que me quitará la mitad de comida… no os encasilléis conmigo como si eso fuese correcto.- Dijo la mujer con un tono seco, quizás algo áspero pero no ofensivo ya que conocía cuales eran sus límites y por menos metían a cualquiera en los calabozos de palacio.-Vaya, hasta los gallos amorfos tienen buen gusto…-Comentó riendo al imaginarse el panorama, una larga lista de mujeres feas correteando tras Jhon mientras gimoteaban.

Negó suavemente con la cabeza frente a aquella pregunta a la vez que hacía un gesto de agradecimiento por pagarlo todo porque no es que fuesen altos los ingresos de ella sino todo lo contrario más que nada por mantenerla en la corte cosa que ya era suficiente, en ocasiones….-Si vos lo decís.- Añadió antes de dejarse caer hacia atrás con tanta naturalidad que daba la sensación o que le daba igual o que confiaba plenamente en el hombre de cabellos rubios-castaños claros. Y fue el segundo caso ya que de inmediato notó como la cogía de los hombros recogiéndola hacia él para que terminase de pie aunque rodeada por los masculinos brazos.

La mujer por el momento se mantuvo en pie observando a Jhon mientras se mordía el labio ya por manía:-Seguid siendo tan osado y os acabaré pegando porque… ¡Las mujeres inglesas pegaban realmente bien!-Bromeó haciendo la imitación de lo que él solía decir sobre Escocia aunque realmente no estaba muy segura de lo que decía. Ella se liberó suavemente de los brazos del hombre sentándose en su taburete a la vez que asentía de forma poco convincente.- Síj.- Bufó observando como el tabernero le traía la otra pinta que había pedido dedicándole un mala mirada por haber tardado tanto…- Que lentos.- Dijo llevando el vaso a sus labios pero al ver a Jhon sin nada de beber – o eso creía ella- adelantó el vaso hacia él con tanta fuerza que le tiró la mitad del contenido encima…- Ala- Puso cara de sorpresa.- ¿Quereis?-Sonriendo torpemente.

-¿Casado yo? Mira, las ventajas de no tener ya padre, es que puedes hacer lo que te plazca, y fácilmente, los rumores se pueden acallar de una manera u de otra Kathleen - comenté con toda la tranquilidad del mundo. -Y no me encasillo, simplemente que tarde o temprano alguien estará con vos, y bueno, el resto os lo podes imaginar. Espero que no sean gallos amorfos como en mi caso, hace unos años, creedme - añadí seriamente para después sonreir.

Ya una vez ella entre mis brazos, debida a su forzada caida, que más que forzada, sin duda parecía pretender quedarse conmigo, no pude evitar sonreir, una vez que la levanté, de pie frente a mi. No pude evitar reir ante su nuevo comentario, respecto a mi osadía. ¿Osadía, eh? Pues entonces sin duda alguna la tenía que haber dejado caer al suelo, ¡así seguro que no había ningún problema! No pude evitar reir un poco ante sus palabras. Sin duda, ella también se estaba empezando a pasar de rosca, y él lo notaba.

-¿Osado? Recordadme que la próxima vez os vuelva a dejar caer al suelo, así no acaba entre mis brazos, y afirma que es muy osado por mi parte, aunque por ambas partes, sería osado si la dejara caer al suelo. Aparte de maleducado, pero bueno, así es la vida - contesté, observándola, para después escuchar su comentario sobre las mujeres ingleses. Ahí, si que le tenía que dar la razón. -Te digo por experiencia que las bofetadas que me he llevado por estas tierras, han sido de las buenas, eso podeis jurarlo - sonreí ligeramente, mientras la observaba sentarse nuevamente. Bien, todo en orden, salvo por el punto de que llegó otra pinta. Me senté frente a ella y suspiré.

-Kathleen, deberías dejar ya de... - fue en ese preciso instante cuando derramó el contenido de la jara sobre mi. Al menos la mitad. No me quejé, simplemente la miré severamente. -No, pero creo que se ha acabado el alcohol por hoy, Kathleen. Te acabas esa copa y te llevo a palacio - afirmé. -Que yo sepa las mujeres inglesas no se emborrachan hasta puntos en que hacen locuras y... derraman jarras sobre galanes como yo - ironicé esto último.

-¿Y eso es una ventaja? ¿Estar sin padres? Que poco lo valoráis Jhon.- Dijo poniendo una mueca de descontento terminando por arquear una ceja.- ¿Alguien conmigo? ¿Yo con alguien? Já, tengo muchísima más clase como para terminar con un hombre maleducado, guarro y vago o sencillamente con cualquier hombre… ni el rey de Inglaterra se merece ni tocarme-.Las palabras salieron raudas de sus labios aunque con el suficiente veneno como para acabar con la vida de más de un hombre, y es que en ese tipo de temas ella era muy estricta es más nunca se había enamorado realmente de nada y dudaba muchísimo de que aquello pudiese ocurrir a lo largo de su triste y corta existencia.

Se acomodó en la silla cruzándose nuevamente de piernas las cuales eran cubiertas por el vestido que tenía la largura suficiente como par arrastrar unos milímetros por el suelo ocultando así las zapatillas pero siendo difícil pisarlo lo que conllevaba a que no padeciese ningún rasgo además de ser bien visto.-Entonces seréis un osado siempre ya que los malos modales no van con vos, y no sólo lo digo por lo ocurrido aquí sino en general…os he visto en palacio y denoto que con todas tenéis el mismo comportamiento; las cogéis, las salvais y ellas os dan su eterno agradecimiento.- Haciendo una melodramática reverencia hacia delante sobreactuando.-No hablaba precisamente de bofetadas pero de igual manera me sirve.- Dijo riendo levemente al imaginarse la escena.

Las palabras del hombre llegaron tarde y el contenido cayó sobre él acompañado de una severa mirada que en otro momento la hubiera – quizás- echado hacia atrás pero ahora sólo conseguí tomarselo todo en broma.- ¡Pero que aburrido sois Sir Jhon! Sir…sir…¡Sir! Oh si un galan, ya claro, ya... ahá...- La mujer alzó el mentón con aires de grandeza a la vez que se levantaba cogiendo su abanico, desplegándolo mientras se abanicaba ya que en dicho momento tenía calor, la otra mano sujetaba la pinta la cual estaba hasta la mitad. Parecía que iba a ir a algún lugar pero se había quedado completamente en blanco, vamos que a fin de cuentas se le había olvidado en dicho momento.

-Poco se valora cuando planifican tu vida desde la A a la Z, y no tienes más opción que obedecer, pues para algo ellos te trajeron a este mundo, y negarte a obedecerles, sería simplemente, dejar a un lado a tu familia y seguir tu propio camino por decirlo de alguna manera.- contesté seriamente a las palabras de Kathleen. -Respecto a alguien contigo. Soñar es gratis, y siempre está esa pequeña posibilidad, si comenzamos a ver la vida en negro, lo suyo sería verla en plata o en oro, o de alguna manera... no sé... - me encogí de hombros únicamente. Fue entonces cuando mencionó algo sobre los modales, y mi comportamiento en palacio.

-Si bueno, digamos que más o menos, por ahi van los disparos. Tengo modales cuando creo que debo tenerlos, y aqui, en confianza, creo que me los puedo dejar olvidados en mis aposentos durante unas cuantas horas, después, bueno, tocará recuperarlos desgraciadamente, pero, ¿quien sabe? - bromeé. -Y si, te sirve, lo creas o no - comenté. -Además, ¿debo recordarte aquella fiesta TAN interesante que tuvimos? - añadí como quien no quiere la cosa, recalcando el "TAN". Ella ya se figuraría de que fiesta hablaba. Políticos, nobles, ricachones, hablando de cosas que sinceramente, daban pena, y fue entonces cuando se conocieron, y el alcohol, una cosa y otra, llevaron finalmente a ambos a otra.

-Si, claro, Sir John Galway de Galloway, mucho gusto- dicho esto, le quité la jarra de las manos y me la bebí de un trago. La dejé sobre la barra y rodeé con uno de mis brazos a Kathleen por la cintura, obligándola a caminar. -Podemos llevarnos la fiesta a otro lado. Te llevo a palacio y si quieres allí, tomas vino, u otra pinta, u otra cosa que sea de tu agrado, pero aqui ya vas servida, señorita- dije seriamente, obligándola a caminar con suavidad. -Y ten cuidado con ese abanico, afuera no hace precisamente calor, ¿lo sabías? - añadí poco después.

Kathleen escuchó con atención las palabras que se deslizaban por los labios del hombre aunque su mirada estaba puesta en el claro castaño el cual lucía levemente desaliñado pero no lo suficiente como para ser considerado un pordiosero; en apariencia la mujer estaba allí pero sus pensamientos a veces se desviaban y acababa pensando en cosas secundarias que nunca acabaría de entender. Hizo una mueca, una mueca que expresaba poco por no decir nada para aquellos que no la conocían suficiente, ¿Y quién lo hacía? Prácticamente nadie:-Siempre podría haber sido más interesante, maldito vasallo mira que tener que pasar por donde estábamos en aquel momento...-Rodó la mirada pensando que no le había fastidiado la velada pero habrían tenido más tiempo para más si aquel torpe muchacho no se hubiera equivocado de pasillo, también podrían haberse ido a algunas de las estancias pero la mente de la mujer en dichos momentos no estaba para pensar con claridad. Sonrió levemente al recordarlo creando dos pequeños hoyuelos en las mejillas las cuales seguían teniendo aquel color tan vivo.

-Oh suena tan bien… -Hizo una mueca de enfado al ver cómo le quitaba la jarra y terminaba de bebersela él.- Creo que yo sería Lady Kathleen Notvy, señora y ama de la tierra prometida.- Ya se le acababa de ir del todo la poca cordura que le quedaba y es que ¿De dónde venía ella? Ni siquiera quería recordarlo así que comenzó a caminar notando el brazo del hombre entorno a su cintura:-¿A otro lado?-Alzando las cejas a la vez para terminar por reír escandalosamente menos mal que en aquel lugar no se escuchaba nado sino habría sido demasiado insolente por su parte. Kathleen se paró en seco mirando a Jhon a la vez que se giraba interponiéndose en su camino, poniendo las manos como si rezase a la vez que bajaba los párpados con cara de cachorro demacrado…- Una última, va…va..- A medida que lo decía se deslizaba muy lentamente hacia un lado como si el hombre no la pudiese ver cosa que no era cierta, estaba enfrente de el caballero.

¿Abanico? Miró su abanico y lo tiró hacia atrás dándole a un pobre hombre borracho en la cabeza, el hombre tenía tal pedo que ni reaccionó demasiado sólo se escuchó un quejido a la vez que lady Kathleen alzaba una mano para hacerse aire, asomarse por un lateral del hombre a la vez que se inclinaba y gritaba:- ¿Quiéeen me invitaba a tomar algo? Soy una pobre y triste mujer desolada y sola.- Vamos, como actriz era perfecta en su totalidad.Algunos hombres escucharon aquello a la vez que se levantaban haciendo temblar sus mesas, tenían cara de todo menos de invitarla a beber pero aún así avanzaron hacia la barra porque no había cosa más sencilla que una mujer borracha para hacer todo lo que se quisiera y más con ella.

-No hace falta que me recuerdes a aquel vasallo, nos estropeó aquel interesante "encuentro" - sonreí ligeramente, observando como sus ojos se movían y no pude evitar reir algo, para después volver a poner en mi rostro, una ligera sonrisa, pero en mis ojos, y en el restro de mi rostro, primaba la seriedad, al menos en aquel momento. Las cosas ya se estaban complicando un poco con los borrachos, y las peleas estaban a la orden del día, y no solo eso, algunos ya habían resultado heridos, teniendo en cuenta luego a los borrachos...

Si, y eso que parecían gente de buena reputación, pero como todos los seres humanos, no eramos más que bestias sedientas de alcohol en aquel momento. Menos mal que yo sabía controlarme, pero el resto de aquellas personas, desde luego no tenían ni idea de lo que era parar en seco. Cuando me bebí su bebida alcohólica, me miró fulminantemente, pero tampoco es que me importara mucho. Únicamente me limité a acabarme la bebida y dejarla sobre la barra, para evitar cualquier otro problema al respecto con la bebida. Echamos a caminar y contesté a sus palabras:

-Si a otro lado llamado habitación de palacio, donde te echarás un muy agradable sueñecito - fue decir esto, y ella se movió rapidamente, zafándose de mi brazo y situándose delante mia. ¿Más alcohol? No, no iba a tolerárselo. Ya había bebido bastante, al menos para él, no lo era, pero sin duda, viendo su estado, debía afirmar rotundamente que se había pasado siete pueblos, o eso, o que simplemente no toleraba mucho el alcohol. -Kathleen, no es no, nos vamos - fue entonces cuando, volví a avanzar, y se zafó finalmente de mi.

"¿Quiéeen me invitaba a tomar algo? Soy una pobre y triste mujer desolada y sola"

Esa frase, en Escocia, era un jodido reclamo, y desde luego, ya, me surgirían nuevos problemas. Me giré lentamente, observando la cara que ponían los borrachos ante tan suculento anuncio. Pero no por el simple hecho de conocer a una chica de buen ver, ni a invitarla a una cerveza para obtener su más que notable agradecimiento a modo de una simple sonrisa, o un simple beso en la mejilla. No iban a invitarla siquiera,. Si iba hacia allí, ocurriría una verdadera hecatombe. Mi reacción no se hizo de esperar y cogí a Kathleen del brazo con fuerza para salir de allí:

-Yo diria que no te van a... - fue entonces cuando un puño se estrelló brutalmente en mi cara. Desconcertado y desorientado, caí al suelo, soltando a Kathleen, algo atolondrado, mientras uno de aquellos hombres, anunciaba triunfal:

-¡Eh, mirad! ¡El apuesto galán se quiere llevar a su prometida! ¡¿O tal vez a su fulana?! ¡Que más da! - anunció un hombre bien vestido, pero con una enorme barriga y unos enormes brazos.

Comencé a levantarme pero recibí otra patada en la cara, mientras dos hombres me cogían por los dos brazos sujetándome, y alzándome para mirar al barrigón.

-Oh, ya tenemos a los lacayos. ¿Ves lo que pasa cuando te quedas aqui Kathleen? Maldita borra... - recibí un puñetazo en el estómago. Gruñí dolorido. Tenía que buscar la forma de liberarme de alli, zafarme y salir como alma que lleva el diablo con Kathleen. Si no, sin duda alguna acabaría MUY mal, para ambos, aquella situación.