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| Atendiendo asuntos de gran importancia. {Gregory} | |
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Enrique VIII Rey
Mensajes : 188 Fecha de inscripción : 24/07/2010 Localización : Londres, Inglaterra.
| Tema: Atendiendo asuntos de gran importancia. {Gregory} Jue Ago 12, 2010 2:58 pm | |
| Aquella fría mañana de Invierno se presentaba más calurosa ante los ojos de Enrique. Su mirada irradiaba felicidad por doquier, algo extraño ante las miradas de sus allegados, pues todos los acontecimientos de las últimas semanas no daban pie a un comportamiento tan benévolo por parte del monarca. Pero aquella dicha que se respiraba alrededor del rey de Inglaterra, se consagraban grácias a las buenas perspectivas para un futuro en el que tanto empeño había dedicado para ello.
La relación con su actual esposa parecía no avanzar desde la insistencia de Enrique porque ésta tomara la decisión de acudir a un convento. Ahorrándose así un juicio por la anulación de su matrimonio. Su hija, María, se encontraba lejos de su madre con la verídica excusa de que era lo mejor para ella y para su educación; algo que su institutriz se ocuparía de hacer a la perfección. Pero independientemente de ello, tan sólo era una trama del Rey para hacer reaccionar a Catalina cuán peligroso podía llegar a ser no darle lo que él quería... Y la lejanía de su hija eran la acreditación a ello.
Después de atender varios asuntos que tenía pendientes, se encaminó hacia la sala de reuniones. Allí donde había citado al Obispo Gregory para hacerle saber aquel quebradero de cabeza que arrastraba desde hacía meses. Además de tener a su más confidente Wolsey, al rey le apetecía saber la opinión de más gente que pudiese hacer algo al respecto para que la situación no siguiese alargándose por mucho más tiempo. Así pues, una vez acomodado en su silla para entablar una conversación con aquel hombre en cuanto hiciese su aparición, esperó impaciente. Las pupilas del monarca se fijaban en los anillos de sus dedos con distracción, los cuales estaban reposados sobre la mesa.
Su séquito personal abrió la puerta de repente, clamando la atención de Enrique. Éste se levantó en un rápido movimiento, y enfocó la mirada en el pórtico. "Su majestad, el Obispo Lake." Enrique, con una sonrisa arraigada en sus labios, se acercó al hombre para sujetar su mano y concederle una palmada en el hombro en señal de confraterninad. - Buen amigo. - Le dijo, para, seguidamente, separarse de él y dirigirse hacia su asiento, indicándole con la mano a que tomara el contiguo al suyo. - Por favor... - Le comentó al mismo tiempo en el que dejaba reposar su espalda sobre el respaldo de la silla. - Supongo que podéis imaginaros el porqué de esta citación, o intuirlo... - Comenzó a decir el rey con tranquilidad. | |
| | | Gregory Lake
Mensajes : 10 Fecha de inscripción : 10/08/2010
| Tema: Re: Atendiendo asuntos de gran importancia. {Gregory} Jue Ago 12, 2010 3:16 pm | |
| La corte estaba alterada, ¿para qué negarlo? Pocas veces solía salir de mi mansión en invierno, teniendo en cuenta que el frío a veces podía demasiado conmigo, y prefería estar frente a una chimenea, calentandome, mientras leía en silencio algún libro o simplemente seguía escribiendo mi libro. La paz, era lo que prefería, pero en aquellos tiempos, sin duda alguna, había mucha agitación. Cuando el mensajero le llegó la noche anterior, citándole a hablar con el rey sobre un asunto de suma importancia, suspiró cansinamente. El joven rey, era buen amigo suyo, y ambos buscaban siempre consejo mutuamente, uno en el otro, por la experiencia, y el otro por su juventud y fuerza. En este caso, el obispo Gregory Lake, no se negó en ningún momento a ir. Además, posiblemente le sirvieran un muy buen desayuno.
Y ahí se encontraba, frente a las puertas de la sala de recepción. Tenía hambre, ¿para qué negarlo? A lo mejor le servirían algo, pero, tampoco contaba con ello. Más le interesaba confirmar los rumores que llegaban a sus oidos, y saber, en consecuencia, como actuar y aconsejar al joven rey. Las puertas, se abrieron de par en par, y mis ojos se llenaron con la majestuosidad del salón del trono. Sonreí ligeramente, mientras anunciaban mi nombre.
"Su majestad, el Obispo Lake"
Sonreí ligeramente y avancé hacia delante, observando en silencio al rey con mis ya algo cansados ojos. La edad, a los 45 años, ya me pasaba factura, pero aun tenía intención de seguir viviendo mucho tiempo. En cuanto él me saludó, sonreí ligeramente:
-Mi majestad, mi amigo, es un gusto volver a hablar con vos después de tanto tiempo, sea para lo que sea - sonreí ligeramente, haciendo una leve inclinación de cabeza, respetuosamente, y después, al notar la palmada amistosa de su amigo el rey, sonreí para responder con otra. Después, avancé en silencio, y me senté en el lugar que me indicó, en silencio. Él comenzó a hablar sobre los motivos por los que yo estaba aqui, hasta que finalmente, decidí poner las cartas sobre la mesa, a mi ver. -No he oido todos los detalles, milord, simples rumores que prefiero oirlos, confirmándomelos usted, que partir de simples suposiciones, mi buen amigo - sonreí con tranquilidad, esperando que mi rey, mi buen amigo, pusiera todas las cartas sobre la mesa para saber como actuar y aconsejar. | |
| | | Enrique VIII Rey
Mensajes : 188 Fecha de inscripción : 24/07/2010 Localización : Londres, Inglaterra.
| Tema: Re: Atendiendo asuntos de gran importancia. {Gregory} Jue Ago 12, 2010 5:48 pm | |
| El rey, observando como su fiel amigo tomaba asiento tal y cómo se lo había indicado, no suprimió la sonrisa en ningún instante. A primera observación, se podía discernir la comodidad de Enrique por la presencia del Obispo y viceversa. Al menos así lo sentía el joven rey por la franqueza en las palabras de su invitado y, por la simpatía que irradiaba su persona. A no ser que fuese un gran hombre fingiendo tal devoción por su rey... Algo que descartaba si consideraba la amistad que había entre ambos. Pese a que habían tenido lugar algún que otro enfrentamiento por diversas circunstancias, aunque no tenían porqué considerarse en este preciso momento.
Hoy el buen humor acompañaba al monarca inglés, además del aprecio que sentía por su amigo y el gran entusiasmo que sentía por verle después de un buen tiempo. Enrique siempre insistía en que éste visitara más a menudo la Corte, y no extrictamente por asuntos del reinado, si no por mera hermandad. Pero él bien sabía cuán ocupado era este hombre, y todas las transacciones a las cuales tenía que someterse. Tal y cómo él mismo. Enrique era consciente de lo inoportuno que llegaban a ser las invitaciones a otras Cortes cuando éste tenía que ocuparse de asuntos de mucha más importancia. Desde su más benévola perspectiva, no era su designio hacerle perder el tiempo con asuntos simples y convencionales.
Muy atrás quedaba aquel tema por el cual había recurrido a los servicios de Gregory por simples. Así que, en cuanto el Obispo dejó entrever de qué se trataba aquella especulación que requería ser explicada por él, y que tanto revuelo estaba causando no tan sólo en la Corte, sino, prácticamente a todo su reino, Enrique tomó la palabra. - Claro. - Le aseveró sin dispar todavía la sonrisa de su rostro. El rey decidió empezar desde el principio, e inclinando el cuerpo hacia delante para dirigirse hacia su invitado de una forma más partícipe, se pronunció.
- Lo que más deseo es tener un hijo varón que sea la viva imagen de su padre... Y vos bien sabéis que no será así hasta que esté unido ante Dios con Catalina. Nuestro matrimonio jamás fue válido, no ante los ojos de Dios. Un pecado que pesa sobre mi conciencia, y que ha acarreado mi imposibilidad por lograr tener un hijo. - Le explicó, mientras la tortura acuciaba en su rostro. Las manos del monarca se apremiaron con fuerza sobre la mesa. - Quiero que se tomen medidas drásticas sobre mi caso. Conseguir finalmente el veredicto papal que me conceda la anulación de mi matrimonio. - Frunció los labios, adoptando una expresión cada vez más enfurecida. - Catalina no atiende a mis razones. Se niega a residir a un convento pese a su gran devoción por Dios... - Concluyó con su intervención y le dio al Obispo Gregory el tiempo necesario para que pensara sobre su explicación. | |
| | | Gregory Lake
Mensajes : 10 Fecha de inscripción : 10/08/2010
| Tema: Re: Atendiendo asuntos de gran importancia. {Gregory} Jue Ago 12, 2010 6:21 pm | |
| El rostro de mi amigo, sin duda irradiaba de feliciad, y eso, particularmente, era bueno. Aunque más de una vez lo había visto enfadado, y no tenía intención de volver a provocar su ira si no era extremadamente necesario. Muchos asuntos recorrían mis manos, y más de una vez, tenía que estar viajando. Había logrado encontrar tiempo para mi buen amigo. El resto de asuntos podían esperar, y desde luego, cualquier otra insolencia por parte de mis subordinados al respecto, les costaría caro. Fue entonces, cuando finalmente, el rey comenzó a explayarse, y yo, me limité a escuchar, asintiendo de vez en cuando, estando casi como en un trance, pensativo y meditabundo, mientras las palabras entraba en mis oidos y se almacenaban en mi memoria, para después, llevar una de mis manos a el único anillo que tenía. Un anillo de oro con un rubí, que me acreditaba como el Obispo, algo que la Iglesia otorgaba a todos ellos.
Cuando mi amigo, se acabó de explayar, finalmente, opté por el silencio, durante variso minutos. En mi rostro, una simple mueca pensativa se iba dibujando lentamente, hasta finalmente, tomar aire para hablar, y despegar mis labios, uno del otro:
-Mi buen amigo, sabed que estas palabras que estais usando, podrían considerarse herejía. Usted mismo, afirmó que amaba a Catalina durante su enlace, y si se hizo en una Iglesia, bendecida por su Divinidad, el enlace, es aprobado por Dios, en todos sus aspectos - comencé a hablar. -El pontífice, se negará a aceptar lo que vos pedís, mi buen amigo, y no será una excepción. Iría en contra de todos los principios en los que los cristianos creemos - comenté. Sin duda, un buen discurso para alguien como yo, alguien que había perdido toda su fé. Chasqueé la lengua pensativo, y una ligera mueca se dibujó en mis labios. -Además, mi buen amigo, lo que me dais a entender es que pretendeis alejar a Catalina, y debo recordarte, mi buen amigo, "Juntos para lo bueno y para lo malo, hasta que la muerte os separe". No veo razón alguna para mandar a Catalina a un convento - añadí muy serio.
Llevé mi mano a mi frente, masajeándola un segundo pensativo:
-Sabeis que de por mi ser, lo haría, pero, no está en mi mano, y la respuesta, será un no rotundo, y es algo que ya sabeís - concluí finalmente, mirándole muy seriamente. -Va en contra de todos los principios del matrimonio, y más, con uno de semejante importancia - añadí para finalizar. | |
| | | Enrique VIII Rey
Mensajes : 188 Fecha de inscripción : 24/07/2010 Localización : Londres, Inglaterra.
| Tema: Re: Atendiendo asuntos de gran importancia. {Gregory} Vie Ago 13, 2010 10:09 am | |
| Era increíble como la situación en un abrir y cerrar de ojos había adoptado una postura de lo más inestable. Si bien el temperamento del rey solía ser muy variable tratándose de aquellos términos que se le escapaban de entre sus manos, se había dicho a sí mismo mantener la serenidad y la calma con el Obispo Gregory se dieran las circunstancias que se diesen. La impaciencia de Enrique podía verse reflejada en el rostro temerario del Cardenal Wolsey cada vez que el joven monarca le recriminaba por tan larga espera a la hora de obtener noticias positivas acerca de su quebradero de cabeza. Muchas eran las opiniones en contra del susodicho, incluyendo las de su amada Ana Bolena. Lo que le hacía meditar -muy a su pesar por el gran aprecio que le tenía al Cardenal- decisiones muy drásticas contra el mismo. Es más, un poco de temor al cuerpo no le vendría nada más después de todo. Pondría mucho más empeño en conseguir lo que Enrique deseaba. El joven rey estaba sumamente convencido de ello.
Su fiel amigo parecía haber archivado en su mente toda la argumentación. Pues aquello era lo que le había dado a entender mientras éste asentía y fruncía el ceño de vez en cuando; componiendo una clara expresión de reflexión ante las palabras del rey mientras le explicaba el asunto, o mejor dicho, mientras le hacía saber aquello que tenía en mente y que iba a cumplirse tarde o temprano a como diese lugar. El silencio se prolongó durante unos instantes más hasta que, finalmente, el Obispo empezó con su discurso. A lo que el rey relajó su compostura para escuchar con atención, y para atender a cada una de las palabras del sabio hombre.
¿He dicho relajar la compostura? Distaba mucho de relajación en cuanto las palabras llegaban a sus oídos y la información se procesaba en su mente. Arrastró las manos que se encontraban sobre la mesa hacia sí mismo para que terminaran sobre sus piernas, apremiadas en un fuerte puño. Tal fuerza era la que reprimía en su interior, que en sus brazos eran visibles aquellos pequeños temblores que le recorrían y se manifestaban sin remedio alguno.
En cuanto el Obispo Gregory terminó con todo su razonamiento, el rey, con aquel gesto de total perturbación visible en sus ojos al mantener la mandíbula apremiada para acallarse miles de sandeces que demandaban con salir, estalló en una fuerte y desconcertante carcajada. - Me parece que no me habéis comprendido del todo, amigo mío. - Empezó a hablar con una extraña pero forzada tranquilidad. Las facciones del monarca se endurecieron a medida que sus palabras salían de sus labios. - Empezad por aceptar lo inevitable tal y cómo muchos han tenido que hacerlo... - Se inclinó hacia adelante levantando su cuerpo de la silla, apoyando ambas manos sobre la mesa. - ¡Quiero la jodida anulación! Con o sin los riesgos que por ello residan. - Vociferó con aquel tono exasperado, señalándole con el dedo índice a modo de advertencia, para terminar por golpear la mesa con la misma mano.
Una vez de pie, se colocó las manos tras su espalda y dio un par de pasos en la extensión de la larga mesa. Respiró hondamente. - El convento era una vía factible para eludir a un juicio que, por mi inofortunio, tendrá lugar dentro dentro de dos míseros días... - Le explicó una vez detenido, para girar sobre sus talones y cruzarse con su mirada. - El peso de la opinión académica recae sobre mi matrimonio, jamás hemos sido legalmente marido y mujer, excelencia. Fraternidades de otros países conocen a la perfección mi caso, y muchas están a mi fomento. - Le dijo, retomando de nuevo sus pasos para dirigirse hacia su puesto. - El tribunal deberá de elegir a mi favor. Y en el caso de que el tribunal no dictaminara a mi favor...- Enfocó sus pupilas sulfuradas en la mirada del hombre, y apoyó su mano en un puño cerrado sobre la mesa. - Seré yo quién denúncie por hereje al Papa, y me casaré con quien me plazca. - Introdujo aquel tema totalmente fuera de sí. Si no le daban la aceptación, Enrique tenía que tomar por sí mismo medidas drásticas; la separación con la Inglesia de Roma.
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| | | Gregory Lake
Mensajes : 10 Fecha de inscripción : 10/08/2010
| Tema: Re: Atendiendo asuntos de gran importancia. {Gregory} Vie Ago 13, 2010 10:44 am | |
| Cuando acabé de exponer mi razocinio, apoyé mis codos en la mesa, y mi cabeza en mis manos, elegantemente situadas, con los dedos entrelazados. Traba de seguir reflexionando ante las palabras de Enrique, pues por smi amigo, estaba dispuesto a buscar opciones donde no las hubiera, pero, de momento, ninguna idea más se le ocurría. Negué en silencio, muy ligeramente, casi imperceptiblemente, pero, la estruendosa carcajada del rey, me sacó de mi ensimismamiento, obligándome a levantar la cabeza lentamente, para mirarla con toda la tranquilidad del mundo. Su reacción era más o menos lo que yo esperaba, y finalmente, mis predicciones se hicieron realidad al respecto su reacción. Aquello, llevaría a una fuerte discusión. Pòlítica e Iglesia, dos amantes que nunca podrían estar juntos, que por mucho que se necesitara el uno al otro, siempre habrían esos conflictos, siempre estarían presentes, y , ¿para qué decir lo contrario? , ambas amantes se odiaban a muerte:
-No, mi buen amigo, mi majestad, comprendo todo lo que me quereis decir, no me compareis con el Cardenal Wolsey, que vie enfrascado en su particular burbuja - dije con cierta ironía. Aquel comentario, en privado, lo podía hacer, tal y como estabamos, y desde luego, era la maldita verdad. -Es inevitable, sin duda, pero acarreará consecuencias tanto políticas como religiosas al reino - traté de mantener mi tranquilo tono en todo momento, pero el rey se alzó, y , tras apoyar sus manos en la mesa, gritó cual endemoniado. No pude evitar fruncir el ceño y me levanté indignado ante sus gritos. -¡Y no la podrás tener sin aprobación papal, algo inevitablemente imposible! - dije haciendo sonar mi voz, alzándola más de lo que en ocasiones solía hacer.
Me mantuve en pie, durante un par de minutos, manteniendo la fulminante mirada del monarca, para después, volverme a sentar, en parte indignado, pero en parte compmrensivo ante la situación del monarca. Chasqueé la lengua, pensativo, mientras Enrique volvía a hablar, exponiendo otra vez sus intenciones con una fría calma que incluso a mi, me lograba helar la sangre. Sabía que los designios del monarca, a veces eran todo un capricho, y ahora lo podía comprobar con todas las de la ley.
Pero fue entonces, cuando un jarro de agua cayó sobre mi cabeza. ¿Denunciar al papa? ¿¡Por herejía?! ¡Por todos los ángeles! Había perdido mi fé, si, pero, jamás, a nadie, se le ocurriría hacer semejante cosa. Sería poner en jaque a todas las naciones del mundo contra nuestro reino. Negué en silencio , y alcé nuevamente mi voz:
-Por tanto ya admitiis que tratais de deshaceros de algo que se hizo frente a los ojos de Dios - recalqué. -'¡No podeis hacer semejante cosa de ninguna manera! ¡Os lo rechazarán! ¡No hay algún motivo aparente para semejante asunto ! - recalqué otra vez, tratando de hacer ver al rey su futuro gran error. -¡Y si os lo rechazaran, no podeis denunciar al Papa de hereje! ¡Muchas naciones irían en nuestra contra! ¡Sería condenar a toda su gente! - añadí muy seriamente.
Callé, durnate unos segundos, bajando la mirada, pensativo, otra vez. El rey ya sabía por mis gestos, cuando me ponía a pensar alguna otra vía que pudiera beneficiarnos a todos. Siempre lo había hecho, a la hora de mediar entre Iglesia y rey, y esta vez, no sería distinto. Pensé, pensé, y pensé, para finalmente hablar, indicándole que se acercara, para hablar en voz baja. A veces, las paredes tenían oidos:
-Podríais hacer, si una cosa. Esto de mis labios, jamás ha salido. Podríais tratar de mancillar la reputación de Su Señora Catalina, decir que le fue infiel. Eso le daría algo más a usted en el juicio, incluso tal vez con el pontífice - dije reflexivo. -Si se negara en rotundo, ambas partes. La última solución, sería separarse de la Iglesia de Roma. Algo que muchos considerarán herejía, incluso se negarán - comenté muy seriamente. Reflexioné un segundo y volví a hablar: -Debería pues, crear su propia religión. Podría, crear su versión del cristianismo, con algunas modificaciones a su gusto. Pero deberá tener contentos a los creyentes y a las personas como yo. Debería darles cosas que ellos antes no podían tomar.
Eso era verdad, y él lo sabía. Si se labraba el favor y otorgaba ventajas a los pastores de las Iglesias, ganaría apoyos y mucha gente optaría por esta nueva versión:
-Podría permitir que personas como yo, pudieran casarse, eso, convencería a mucha gente. No sé si llega a entenderme por completo, mi buen amigo - comenté, con un ligero tono de complicidad, en voz baja para que nadie les escuchara.
Última edición por Gregory Lake el Dom Ago 15, 2010 1:32 pm, editado 1 vez | |
| | | Enrique VIII Rey
Mensajes : 188 Fecha de inscripción : 24/07/2010 Localización : Londres, Inglaterra.
| Tema: Re: Atendiendo asuntos de gran importancia. {Gregory} Dom Ago 15, 2010 10:18 am | |
| “¡Y no la podrás tener sin aprobación papal, algo inevitablemente imposible!”
Frunció los labios con fuerza, sin poder reprimir aquellas palabras que demandaban con salir.- ¡Maldita sea!, ¡me casé con la esposa de mi hermano! - Volvió a recalcar por sobre todas las cosas, alzando la voz de nuevo. Como si dicho así, haciéndose notar, las cosas pudiesen cambiar a su favor. - Comprended, excelencia, hasta que punto todo ello recae sobre mi conciencia... - Le insistió de nuevo, con aquella tortura acuciando su rostro. Prosiguió. - Ofendí las leyes, y a Dios. Y pese a que el matrimonio fue aceptado por el Papa, quiero estar en paz con mi conciencia, y con Dios, pues es por él por quién me siento observado. - Agregó, engurruñiendo los dedos sobre la mesa para finalmente apartarlos de allí, y colocar ambas manos al costado de su cuerpo.
Las últimas palabras del rey todavía parecían resonar de fondo cual murmullo ensornecedor. El joven monarca ya había perdido completamente los estribos como era habitual en su persona y, por ende, la promesa que se había hecho a sí mismo minutos atrás; dirigirse con serenidad a su fiel amigo, el Obispo Gregory. Enrique mantenía su mirada clavada en la del hombre; dos miradas azules como el cielo enfrentadas, la desesperación y la ferocidad en las orbes de Enrique, y la experiencia y serenidad -con aquel matiz de sorpresa por las circunstancias- en las ojos del Obispo.
- ¿¡Qué solución nos queda entonces!? ¡Decídme! - Le inculcó; sabía que iba a ocurrir de todos modos, entonces, ¿había algo más factible por lo que decantarse? Enrique no tendría ningún inconveniente en denunciar al Papa pese a lo que pudiese llegar a ocurrir; al Rey de Inglaterra nadie le otorgaba un "no" como respuesta. - No pienso obtener una negación sobre mi divorcio, Obispo. Y pese a que pienso constantemente en el Reino, amigo mío, y en todas las graves consecuencias que pueden llegar a surigir... Vos bien sabéis que estoy dispuesto a aceptarlas, y seguir tomando medidas drásticas para que dictaminen a mi favor. Quiero que se haga justicia con mi caso, no pienso retractarme. - Sentenció finalmente para dejarse caer sobre su silla, y llevarse los dedos de la mano izquierda sobre su frente para así masajeársela lentamente a modo de reflexión.
El silencio reinó durante uno segundos que resultaban de lo más necesario tanto para el Obispo como para Enrique. Un lapsus en el tiempo, unos minutos de reflexión para volver a retomar el tema con nuevas opiniones y posibles propuestas. Aquello era lo que más necesitaba; más salidas, más alternativas por las cuales decantarse. El Obispo Gregory volvió a tomar la palabra, comentando la posibilidad de, tal y cómo había indicado textualmente: mancillar la reputación de Catalina. Era una opción, sin embargo, todos eran concientes -y Enrique el primero- de cuán querida era Catalina entre los demás, y acusarla de aquello sería tan sumamente sospechoso viniendo de su persona... Los ojos del monarca inglés parecieron tomar un brillo distinto al escuchar la segunda opción del Obispo, y alzó el rostro para enfocar su mirada en la del hombre con interés. - Continuad. - Le invitó a seguir haciendo un ademán con la mano, en el instante en el que pareció meditar durante unos segundos lo que tenía en mente.
Las palabras de su fiel amigo eran tan esperanzadoras que lograron arrancarle una leve sonrisa. Si... era aquello lo que tenía que hacer, era la opción más válida si se consideraban las demás. No resultaba ser una idea tan descabellada cuando mantendría complacidos a muchos quienes ahora no lo estaban. - Comprendo, amigo mío. Y os felicito por tal excelente idea... que dará sus frutos. - Le comentó con aquel tono de voz cómplice, a la vez que le dediacaba una mirada también de lo más partícipe. Se llevó una mano bajo la barbilla para acariciársela con lentitud, sin excluir en ningún momento aquella sonrisa. Separarse de la Iglesia de Roma, y crear su propia versión del cristianismo con ideas innovadoras y satisfactorias, era la vía más factible. - Proclamarme Cabeza Suprema de la Iglesia de Inglaterra... - Y continuó con su medicina de ego, sin desprenderse de aquella sonrisa que se ensanchó al pensar en sus palabras. - Amigo mío, yo nací para esto. - Concluyó, dejando escapar una vigorosa carcajada. | |
| | | Gregory Lake
Mensajes : 10 Fecha de inscripción : 10/08/2010
| Tema: Re: Atendiendo asuntos de gran importancia. {Gregory} Mar Ago 17, 2010 8:37 am | |
| Mantuve la calma en todo momento, a pesar de que escasos segundos, el joven rey me había hecho perder aquella virtud durante unos segundos. Me tuve que mantener en silencio, escuchando sus lamentos, sus quejas y sus posibles ofensas a la ley de Dios, aunque en mis ojos, y en mis ideas, no vislumbraba tal opción en ningún momento, pero él no era quien para reprochar, nuevamente, las insistencias del joven rey Enrique, pues posiblemente, no serviría de nada semejante cosa. Mis ojos simplemente le seguían, de un lado para otro, mientras mi cabeza reflexionaba ante todo lo que estaba escuchando, hasta que finalmente, mis labios se abrieron, tras varios minutos de espera por parte del joven rey, que me los tomé para reflexionar una respuesta adecuada para la situación. En cuanto las palabras brotaron de mis labios, sin duda, pareció que agradaron al rey, pues pudieron arrancar en él una muy ligera sonrisa, lo suficiente como para que yo me diera cuenta de que había acertado en el clavo, y esoi sin duda alguna, era beneficioso para mi:
-Veo que llegais a comprenderme - sonreí ligeramente para después, volverme a levantar y pasear en silencio por la sala, vacía, solamente ocupada por nosotros dos, pensativo. Me mantuve pensativo, unos segundos, lo suficiente como para empezar a meter cizaña para mi beneficio. -No pondré en duda que vos, majestad, sois la persona más capacitada para esta labor, pero, si no quereis que ataquen en vuestra contra al tomar esta medida, debereis primero ganaros la confianza de los Obispos de Inglaterra. Por mi parte, ya sabeis que la tiene, milord, pero aun está el factor "otros obispos" - ironicé, con algo de suavidad para que fuera imperceptible aquel ataque contra el resto de mis compañeros. -Convencerles uno a uno, de cualquier manera, sería lo conveniente, pero...
Me paré, pensativo. Si, aun había un problema. El bastardo de Wolsey, siempre metiendo las narices donde no le llamaban, incluso cuando no era un invitado en aquel lugar, siempre estaba presente. Chasqueé la lengua, y me giré hacia el monarca, para mirarle:
-El problema, milord, es el Cardenal Wolsey. Se negará seguramente ante todo intento de hacer esto que le he comentado, milord. Deberiamos descontarle de esta parte de mi idea, pero,, vos sois el rey, vos sabreis que debemos de hacer, pero mi plan, sobre la mesa y a su disposición, lo dejo - me incliné ligeramente, respetuoso, esperando más palabras por parte de mi rey. | |
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